La búsqueda de algo permanente es uno de los instintos más profundos que llevan a los hombres a la filosofía. Sin duda, nace del amor al hogar y del deseo de encontrar un refugio contra el peligro; encontramos, por consiguiente, que es más apasionada en las personas cuyas vidas están más expuestas a catástrofes: si la vida sobre la tierra trae consigo la desesperación, solamente en el cielo se puede buscar la paz eterna. ...
La fuente principal de realidades eternas la encontró el hombre en las matemáticas: las verdades matemáticas parecen remitir a entidades que son (o parecen ser) eternas y no colocadas en el tiempo. ... La geometría trata, por ejemplo, de círculos exactos, pero ningún objeto sensible es exactamente circular; por muy cuidadosamente que manejemos el compás, siempre habrá imperfecciones e irregularidades. Esto sugiere la idea de que toda verdad exacta captada por la inteligencia remite a objetos ideales, en contraposición a los sensibles; es natural seguir adelante y argüir después que el conocimiento intelectual es más noble que el conocimiento sensible, y los objetos inteligibles más reales que los que percibimos por los sentidos. ... La matemática se constituyó, así, en la fuente principal de la fe en la verdad eterna y exacta y en un mundo supersensible e inteligible.
Otra fuente de realidades eternas la tenemos en la Religión: la Religión busca la permanencia en dos formas: en Dios y en la inmortalidad. En Dios no hay variación ni sospecha de cambio; la vida post mortem es eterna e invariable.
La combinación de matemática y Religión se inició con Pitágoras y caracterizó la filosofía religiosa en Grecia, en la Edad Media, y en los tiempos modernos, hasta Kant. ... En Platón, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes, Spinoza y Leibniz existe una fusión íntima de religión y razonamiento, de aspiración moral y admiración lógica por lo eterno, que procede de Pitágoras, distinguiéndose la teología intelectualizada de Europa del misticismo más directo de Asia. ...
Toda concepción de un mundo eterno que se revela al intelecto y no a los sentidos se deriva, pues, de Pitágoras. Sin embargo, en los tiempos contemporáneos se tiende a considerar que Pitágoras estaba en un error. La euforia evolutiva del siglo XIX hizo que muchos pensadores se volvieran contra estas concepciones estáticas, y la moderna teología liberal cree que hay un progreso, incluso, en el cielo y una evolución posible en la deidad. ...
La fuente principal de realidades eternas la encontró el hombre en las matemáticas: las verdades matemáticas parecen remitir a entidades que son (o parecen ser) eternas y no colocadas en el tiempo. ... La geometría trata, por ejemplo, de círculos exactos, pero ningún objeto sensible es exactamente circular; por muy cuidadosamente que manejemos el compás, siempre habrá imperfecciones e irregularidades. Esto sugiere la idea de que toda verdad exacta captada por la inteligencia remite a objetos ideales, en contraposición a los sensibles; es natural seguir adelante y argüir después que el conocimiento intelectual es más noble que el conocimiento sensible, y los objetos inteligibles más reales que los que percibimos por los sentidos. ... La matemática se constituyó, así, en la fuente principal de la fe en la verdad eterna y exacta y en un mundo supersensible e inteligible.
Otra fuente de realidades eternas la tenemos en la Religión: la Religión busca la permanencia en dos formas: en Dios y en la inmortalidad. En Dios no hay variación ni sospecha de cambio; la vida post mortem es eterna e invariable.
La combinación de matemática y Religión se inició con Pitágoras y caracterizó la filosofía religiosa en Grecia, en la Edad Media, y en los tiempos modernos, hasta Kant. ... En Platón, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes, Spinoza y Leibniz existe una fusión íntima de religión y razonamiento, de aspiración moral y admiración lógica por lo eterno, que procede de Pitágoras, distinguiéndose la teología intelectualizada de Europa del misticismo más directo de Asia. ...
Toda concepción de un mundo eterno que se revela al intelecto y no a los sentidos se deriva, pues, de Pitágoras. Sin embargo, en los tiempos contemporáneos se tiende a considerar que Pitágoras estaba en un error. La euforia evolutiva del siglo XIX hizo que muchos pensadores se volvieran contra estas concepciones estáticas, y la moderna teología liberal cree que hay un progreso, incluso, en el cielo y una evolución posible en la deidad. ...
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