viernes, 5 de abril de 2024

...los cerebros humanos serán pirateados pronto

Un experto afirma que la inteligencia artificial hackeará nuestros cerebros

"Hackear a un ser humano es conocer a esa persona mejor de lo que se conoce a sí misma".

monsitj//Getty Images

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En declaraciones al programa 60 Minutes de la CBS, Yuval Noah Harari, autor del exitoso libro Sapiens, afirma que los cerebros humanos serán pirateados pronto si no descubrimos cómo regular la inteligencia artificial. Los comentarios de Harari reflejan ciertamente los peores temores de la humanidad sobre la IA, pero ¿podría tener razón? El hackeo que describe Harari es más proverbial que literal. "Hackear a un ser humano es llegar a conocer a esa persona mejor de lo que se conoce a sí misma. Y basándose en eso, manipularla cada vez más", dijo Harari en 60 Minutes. Honestamente, se podría argumentar que esto es lo que ya ha sucedido en entornos como Facebook y YouTube, donde se alimenta a la gente con contenidos cada vez más tentadores y extremos en un esfuerzo por mantenerlos mirando.

(Puedes ver la entrevista aquí...)

En el mundo de la ciberdelincuencia y la piratería informática, esto entra en la categoría denominada ingeniería social. Pero hay una diferencia clave: la definición tradicional de ingeniería social es la interacción humana. En este caso, Harari sugiere que la propia IA será capaz de realizar ingeniería social con seres humanos desprevenidos. Dijo a 60 Minutes que cree que la gran cantidad de datos que se recopilan ahora dará lugar a algoritmos cada vez más potentes que nos dirán todo, desde qué estudiar hasta con quién casarse.

Harari no fue específico sobre la tecnología que teme, sino que habló de las ideas de la recopilación de datos y los algoritmos potentes. IBM detalla la historia de la inteligencia artificial, incluida la pregunta del legendario informático Alan Turing: "¿Pueden pensar las máquinas?" IBM explica: "En su forma más simple, la inteligencia artificial es un campo que combina la ciencia de la computación y conjuntos de datos robustos, para permitir la resolución de problemas".

Así que los "conjuntos de datos sólidos" están ahí mismo en la definición. Hoy en día, muchos de nosotros llevamos smartphones y relojes que documentan todo lo que hacemos y con lo que interactuamos, hasta cómo movemos nuestras extremidades durante el día y cómo dormimos por la noche. Y ahora, con interfaces cerebro-máquina como Neuralink, al menos algunas personas parecen ansiosas por reducir aún más la distancia entre ellas y la recogida de datos.

Harari sugirió tres principios para ayudar a garantizar que estas tecnologías funcionen de forma segura y sin una aterradora acumulación de poder. En primer lugar, los datos deben utilizarse para ayudar y no para manipular. A continuación, dijo que cualquier empresa o grupo con poder para vigilar debe, a su vez, ser vigilado para asegurarse de que ese poder se utiliza de forma responsable. Por último, los datos no deben concentrarse en un solo lugar, lo que, según Harari, conduce a la dictadura.

Harari enseña historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, y trabaja tanto en historia como en filosofía. Eso significa que, aunque sus ideas y especulaciones tienen cierto valor, no es un científico y no trabaja de forma práctica con ningún tipo de inteligencia artificial. Citó un plazo de "10, 20 o 30 años" para algunos de los problemas que sugirió, un plazo que parece conservador para algunos aspectos, pero más lejano para otros. Por ejemplo, Facebook ya permite a los anunciantes vender información errónea para manipular a los usuarios.

¿Dónde nos deja todo esto? Es una pregunta difícil de responder, en parte por la amplitud de los comentarios de Harari. También fue cuidadoso al señalar que nuestro poder de datos podría ayudar a resolver muchos de los problemas más arraigados de la humanidad. Lo más importante puede ser la sugerencia de Harari de que las empresas con grandes cantidades de datos de usuarios deberían ser supervisadas con el mismo cuidado para asegurarse de que hacen un uso responsable de esos datos. Es fácil imaginar que esa supervisión marcaba la diferencia hace 15 años, cuando Facebook aún era nuevo.

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