jueves, 26 de octubre de 2023

Sobre el progreso ...

 El progreso existe, pero no era esto


Lanzaderas de misiles intercontinentales chinos con capacidad nuclear, durante un desfile militar en Pekín. 
GREG BAKER (AFP)


La Britannica llevaba este miércoles un mensaje que me tocó la fibra: “Si te sientes desanimado por todos esos titulares de guerra, disputas territoriales y terrorismo, párate un momento a contemplar a los creadores de este mundo, en vez de a sus destructores”. Era su forma de celebrar el Día Internacional del Artista, y añadía que el arte trasciende las fronteras nacionales y nos pertenece a todos los humanos. Yo creo que lo mismo cabe decir de la ciencia, un empeño internacional para entender el mundo y nuestro lugar en él, sin sesgos cognitivos, prejuicios nacionales ni fiebres religiosas.


Siempre ha habido pensadores escépticos sobre la mera idea del progreso. Mirando la geopolítica actual, dan ganas de sumarse a sus filas. En las carnicerías en que sigue incurriendo el planeta, lo único que vemos progresar es la eficacia de las armas, la crueldad de los estrategas, la inagotable variedad de las tecnologías de la destrucción y del dolor. No es un empeño suicida. Hace ya 80 años que el Homo sapiens cuenta con las herramientas suficientes para suicidarse como especie, y no lo ha hecho. No se trata de suicidarse, sino de aniquilar al otro. Sin piedad. Sin pensar. Sin razón. ¿Dónde está el progreso?


Intentemos seguir el consejo de la Britannica, entonces. ¿Progresa el arte? Generaciones de críticos de todos los tiempos responderían que no, que de ningún modo. El impresionismo era un ataque al buen gusto y una prueba fehaciente de la incompetencia técnica de los pintores. Gauguin yuxtaponía colores complementarios en flagrante violación de las transiciones graduales que exigía el decoro pictórico. Los cubistas no hacían más que espachurrar el espacio contra el lienzo y dificultar la percepción del espectador. Y de la abstracción de Kandinsky ya para qué hablar; eso era la claudicación de la humanidad frente al caos de la realidad circundante. ¿Dónde está el progreso en el arte?


¿Y en la ciencia? Si lo mejor que ha producido esta empresa es una tecnología de inteligencia artificial que amenaza con dejar sin trabajo a las traductoras, los telefonistas, los contables, las programadoras y hasta a los médicos de familia, pues mejor que se hubieran estado quietos, ¿no es cierto? Lo de los médicos de familia, por cierto, no es una ocurrencia para redondear la frase: los sistemas que no se limitan a buscar un nódulo de pulmón en un TAC, sino que examinan cualquier cosa que aparezca en la prueba, aunque no la estuvieran buscando, están ya en investigación.


Y, sin embargo, yo creo que el arte y la ciencia progresan. Ambos asumen el conocimiento anterior e intentan superarlo. El arte comprende cada vez mejor nuestra forma de ver el mundo y, por tanto, modula nuestras emociones con una profundidad creciente. La ciencia entiende cada vez mejor la realidad en que vivimos, y saber algo siempre es mejor que no saberlo. Ignorar las leyes de la física solo sirve para partirse las dos piernas. Necesitamos encontrar alguna forma de trasladar ese sentido de progreso a las estructuras del poder. De otro modo, los que deciden dónde tirar las bombas acabarán por cargárselo todo, incluidas las artes y las ciencias. Se admiten buenas ideas.

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